Kurt Vonnegut, Slaughterhouse-Five or The Children’s crusade. Traducción al español de Margarita García de Miró. Barcelona: Anagrama. Cuarta edición, 2006.
Matadero Cinco [Slaughter House 5] o La cruzada de los niños es probablemente la novela más famosa del escritor norteamericano Kurt Vonnegut. En un principio, dice el prólogo, la novela es pensada como una recolección de impresiones de un sobreviviente estadounidense sobre el bombardeo por parte de las fuerzas aéreas aliadas a la ciudad de Dresde entre el 13 y 15 de febrero de 1945. Tal bombardeo es considerado por muchos como uno de los más grandes crímenes de guerra jamás cometidos; el saldo de víctimas, según cifras oficiales, supera 35,000 entre civiles, prisioneros de guerra y algunos pocos militares alemanes, -además de la destrucción total de una de las ciudades más hermosas de Europa- aunque algunas fuentes no oficiales declaran un número de muertes hasta diez veces mayor que ese. En lugar de esto, el libro se conveirte paulatinamente en una historia de ciencia ficción en la que personajes que tan sólo marginalmente se contactan durante la guerra entran y salen de foco en un incesante juego de discontinuidades temporales.
Billy Pilgrim es un veterano de guerra que viaja a traves del tiempo aún desde antes de haber sido raptado por los Trafamaldorianos para ser exhibido en un zoológico intergaláctico. La capacidad de viajar por el tiempo, de contemplarlo como un continuo superpuesto sobre sí mismo -donde todo lo que existe existió y existirá siempre- parece eximirlo de la experiencia de la guerra, parece abstraerlo de las llagas abiertas de sus pies, de la cal que cae sobre su cabeza en el sótano del matadero y la incandescencia de los muros a su alrededor, de la tibieza de su cama tras la muerte de su esposa. Entonces la crudeza de la guerra, esa intransferible e irretratable experiencia del pavor y el desamparo se narra con una distancia que hace evidente una cierta cotidianidad impuesta en contextos extremos; al final todas las experiencias vividas valen lo mismo, y la imposición de jerarquías es obra de la arbitrariedad de esa memoria disuelta en la atemporalidad.
Justamente por la arbitrariedad de esta memoria -y quizá de toda memoria- la narración se debate por momentos entre una cruda crónica y una parodia parcial, una comedia ligera, que se vale de ridiculizar a sus protagonistas o de situarlos en mundos alegres y jocosos en que sus padecimientos se evaporan en la nada. En la pared de la enfermería del matadero cinco, Billy lee en 1944 la sentencia “Todo es hermoso, nada duele”, y aunque el universo acabará un día y los millones de millones de seres humanos mueran víctimas de su propia crueldad, no queda más opción que creer en la sentencia.
Quizá lo más impactante sea el estilo casi telegráfico de lo escrito. Las frases se aislan unas de otras dejando un vacío que significa mucho más que cualquier cosa que pudiera haber sido escrita; es ese estar avocado al silencio, a concentrarse en lo que poco dice, que poco aporta a la historia universal, lo que consigna el sentimiento íntimo de cada personaje. Y cada narración y segmento de narración culmina con un asfixiante “Así fue”, como declaración última de lo irremediable de lo sucedido.